38.- Habemus Papam
Habemus Papam
Una hora estuvimos la niña y yo pegadas a la tele esperando
a que se dijera al mundo quien era el nuevo Papa. Sobre las ocho nos
comunicaron que era Francisco I, lo que
me hizo muchísima ilusión, porque el nuevo Papa se había puesto el nombre de mi
abuelo. Aunque a mi abuelo le hubiera dado un poco lo mismo porque nunca me pareció muy religioso.
Es curioso que me interesará el tema tanto, porque no soy
muy religiosa, perdí la fe en la Iglesia
Católica hace tiempo, aunque mantengo una fe con estilo propio, que es una
mezcla formada por un poquito de lo que más me gusta de cada religión, otro poquito
de invención propia, mucho de intentar
ser buena persona y también algo de no perder la esperanza de que al final todo
este tortuoso camino tendrá un sentido.
Como cualquier hijo de vecino no soporto la idea de
simplemente desaparecer algún día, así que como todos los demás me agarro a un
clavo ardiendo y espero que exista algo después. Eso sí, ese después no
condiciona mi vida, yo vivo según mis propios principios, intentando hacer las
cosas como mejor puedo para poder dormir
cada noche con la conciencia tranquila, lo que de momento logro pues duermo como
una marmota. Me niego a vivir para ganarme un premio del que ni siquiera creo
que exista. Y si al final hay algo… ¡Pues mira qué bien!
Mi brecha con la iglesia católica se produjo cuando empecé a
aplicar el razonamiento y a considerar
todos sus dogmas, entonces caí en la cuenta de que no sólo no creía en ellos
sino que muchas veces estaba claramente en contra. Cosas como el celibato,
comerme y beberme la sangre y cuerpo de cristo, la palabra pecado, que se perdonen los pecados solo con contárselos
a un cura, o que un niño inocente vaya al infierno por no estar bautizado, o que
para que todos nos salvemos alguien deba ser martirizado y asesinado, y no
continúo porque os aburriría…
Solo el hecho de la existencia del infierno me parece tan
horrible que me niego a que algo tan malo exista y haya sido creado por un ente
bueno. Y lo que al final me condujo a un
estado de rencor hacia la iglesia ha sido como nos ha tratado a las mujeres.
Jamás ha permitido que una mujer levantara un poco la cabeza, en cuanto sobresalía
porque curaba o tenía cierta influencia la quemaba como bruja. No entiendo por
qué una mujer no puede ser sacerdote como un hombre y solo puede ser monja, una
vez más sometida al varón cura. Esto me cuesta perdonarlo.
Pero a pesar de no compartir el sentir de los católicos, yo
respeto y tolero que otra persona sienta de todo corazón estas creencias,
incluso la envidio, porque me parece que si tienes las cosas tan claras y no
tienes dudas, la vida debe ser más fácil y más feliz cuando te han dado todas
las respuestas a lo que te inquieta profundamente, incluso muchas veces me
emocionó con su emoción y me cuestiono por qué llegue tan lejos con mi brecha
con la Iglesia. Me simplificaría más la vida dentro de mi círculo familiar que
son creyentes seguir los pasos de mis antepasados y no ir contra corriente porque mi círculo familiar
y social está formado por creyentes, pero me es muy difícil e incoherente
comportarme como no soy.
La otra noche estaba atenta porque entendía que la elección
del Papa era un momento muy importante en este siglo 21, en el que ha llegado
por fin el futuro y tenemos robots que
nos cocinan y limpian el suelo, chismes inteligentes que tienen todo lo que
necesitamos, nos comunicamos remotamente mediante vídeo on-line, y la gente se
pone piezas mecánicas cuando se le estropea un órgano de carne, todo como el futuro de los cómics que me leía de
niña.
El Conclave era un hecho histórico que mi hija y yo podíamos ver
en directo por la tele. No puedo dejar
de darme cuenta que este señor que se apareció de blanco en el balcón del
Vaticano todo de blanco y con una cruz de madera, que los que saben decían que se mostró
sencillo y humilde, tiene una influencia importante en muchísimos millones de
personas. Ni tampoco me quito de la cabeza que este papa Francisco I quizás
podría hacer cambios realmente importantes en este mundo y llevar a la iglesia
al futuro porque se ha quedado anclada en el pasado; yo diría que en la edad
media
Para mí lo importante de este momento, que comprobé que compartía
con los periodistas que retransmitían el acto, es qué reforma llevará a cabo el
nuevo Papa la Iglesia. Me pregunto hasta
donde se atreverá a llegar. Será capaz de cambiar para cubrir el vacío que
tienen estas generaciones nuevas que como yo racionalizan los dogmas y no encuentran lo que necesitan en rezos
antiguos y rituales de hace dos mil años. Me pregunto si será capaz de abrirse
al mundo para cubrir la espiritualidad de la gente actual o seguirá insistiendo
en llevar al máximo grado sus doctrinas lo que les llevará a ser para muchos
una secta más.
Me pregunto si serán capaces a renunciar a sus bienes y
ponerse a la altura de la gente de pie. Si podrán librarse de la riqueza y la
corrupción del poder que arrastran tantos siglos.
De todos modos, por mucho que cambie, para mí el mundo solo
habrá cambiado de verdad cuando una
mujer sea Papa y otra presidente de Estados Unidos. Pero ese es otro tema del
que os hablaré otro día…
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