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Mostrando entradas de noviembre, 2012

18.-Una de terror: Tarde de dentista

Esta tarde tengo dentista, lo odio, lo odio, lo odio. Odio el dentista muchísimo y es que me da tanto terror. Todos los años me pasa igual, retraso inconscientemente la revisión. Me invento mil y una escusas: “Este mes voy mal de pelas”, “estas semanas no tengo niñeros”, “estoy teniendo mucho curro”, “tenemos exámenes de los niños”, “no me encuentro de humor”… Y así van pasando semanas y semanas, y pasan meses y meses y también pasan las estaciones… y yo contino encontrando miles de motivos para retrasar la revisión del dentista. Hasta que por supuesto un día, “¡Ayyyyy!”, me empieza a doler una muela un montón. Y como he tardado tanto en ir a visitar al dentista es demasiado tarde y no hay más remedio que hacer endodoncia, reconstrucción y funda: Ahora si que me he quedado fatal de dinero. Y esta vez lamentablemente para mi bolsillo no es una escusa. Pero del dentista el dinero es lo que menos me preocupa, en realidad me aterra el chisme ese que perfora la muela y hace un ruido ho

17.-Una hora para mi misma: ¡Zumba!

Ummmm, es sábado y no quiero despertarme... - ¡Mama!, ¡mama!, ¡es de día! ¿Abro la persiana? -NOOOOO! -¡Mama!, despierta, ¡Mamaaaaaaaa! - Ayyyy, dejarme dormir, porfa...- Les suplico con voz quejambrosa. -Mama, venga, venga, venga, ¡despierta! ¡Vamos a jugar! No quiero abrir los ojos, me duele todo, y qué mal me siento... -¡Dejarme en paz! - Y me tapo la cabeza con la almohada. Pero estos dos bichos no paran de saltar, pegarse, jugar y gritar sobre mi cama, y por supuesto encima de mí cuerpo... -¡Irosssssssssss!, ¡quiero dormir! Necesito dormir, porfaaaaaa...- les digo ya lloriqueando -¡Venga mama!, ¡Arriba!, ¡Arriba! -¡Vale! Me levanto echando humo por las orejas. Pero ¡¡Ay!!, ¡Mi espalda! Joooo, ¿Qué me pasa? me duele muchísimo el cuello, los brazos, los gemelos, algo por la tripa, un músculo que no conocía.... Ahhhhh, ¿Pero qué..?   Ayyyy, ya caigo… ¡¡son agujetas!! Pues si haber encontrado una hora para mí los viernes   me va a sentar así de mal el sábado, me lo voy

16.- Sábado de pintura

Estamos tan a gusto, no suena el despertador y no tiene porqué. ¡Hoy es sábado! ¡Qué bien no ir a currar! Aún estoy en la cama y entra luz por la ventana, ¡Que maravilla! ¡De día aún durmiendo! ¡Que bien se está en la cama mullidita los sábados! Entonces oigo unos piececitos y mi niña entra en la cama,  luego escuchamos otros y entra Iván, y por fin hasta el gato viene con nosotros. Él también es uno más de la familia y no se quiere perder la fiesta. Ya estamos todos en la cama... ¡Que maravilla! Qué gusto toda mi familia reunida, relajada y contenta. Pasamos la mañana jugando con los niños, haciéndonos cosquillas, contándonos secretos y sobre todo sintiéndonos muy, muy, muy felices, y queriendonos todos muchos. Esto me trae recuerdos de cuando yo misma de pequeña con mi hermano iba de puntillas a la cama de mis padres los Domingos por la mañana. Eran los mejores momentos de la semana y me sentía la niña más afortunada del mundo. Yo le decía mi madre cómo era posible ser tan felic

15.- Escapada a Gijón

Estaba tan decaída, cada día me pesaba más y me sentía tan mal, tan inútil y metepatas. La lluvia me tenía el alma mojada y encogida y la rutina completamente agotada. Entonces Raúl tiró de mí y me sacó del abatimiento. -Nos vamos de puente a Gijón En realidad no me veía con fuerzas, pero lo organizó todo y yo me dejé llevar. Así que el jueves estábamos toda la familia montada en el coche camino a Asturias. Nada más salir de Madrid se me alegro el corazón, me sentí liberada dejando atrás todas mis preocupaciones y los negros nubarrones que me habían agobiado estos últimos días. Sorprendentemente hacia el norte resplandecía mucho más el sol. Soy muy feliz con los viajes. Los disfruto muchísimo. Me encanta ir de copiloto . Mirando el paisaje, las montañas, los sembrados de cereales, los campos de vides, todo pasar ante mis ojos. Me encanta el cielo infinito y las formas caprichosas de las nubes. En esos momentos me siento tan insignificante que comprendo lo ridículo de mis preo