Sábado de rugby
No sé si sabéis que soy la señora esposa del entrenador de los benjamines del Club de Rugby Canoe, y también la madre de uno de los esforzados jugadores. Pero a pesar de mi título conyugal y de la emoción que siento cuando mi hijo ensaya o placa, haciendo morder el suelo a su rival, no he sido capaz de aprenderme las reglas del juego, ni apreciar completamente las sutilezas jugadas y mucho menos entender cuál es el motivo de que el señor arbitro pite la mayoría de las faltas. Aunque por mi ignorancia y falta de talento para apreciar estas cosas y no ver la riqueza de los movimientos, la belleza de los placajes, la armonía de las aperturas por ala y las entradas por banda, la valentía y el coraje de los ruck, a pesar de todo disfruto en los partidos como una enana. Para mi este deporte básicamente consiste en que uno coge el balón y debe pelear a muerte para llevarlo al otro lado y ensayar, tan sencillo y tan complicado como eso. Y para conseguir esa acción tan simple de colo