63.- De nuevo Lunes
De nuevo Lunes, de nuevo madrugo y me levanto de la cama, me arreo un café con leche, me visto, pinto el ojo, doy de comer al gato, preparo los bocatas del desayuno de los niños y me voy al coche, arrastrando los pies por la calle, porque mi cerebro sólo quiere volver a la cama, y continuar con los felices sueños. No encuentra ánimo para enfrentarse a un día de trabajo después de un fin de semana tan bueno y relajado. A enfrentarme a un trabajo que ya no me entusiasma, ni me estimula, ni me divierte. Un trabajo que consiste en resolver marrones, superar problemas, aguantar las tonterías de los jefes, ver como echan a gente, y los que quedamos hacemos malamente lo que podemos. Un trabajo que desde hace unos meses sencillamente odio. Cómo me cuesta los lunes, cómo me cuesta mover las piernas, cómo me cuesta ir a la oficina, cómo me cuesta concentrarme, cómo me cuesta dedicar mi tiempo a frivolidades, y al salir de la oficina; cómo me cuesta hacer la compra, cómo me cuesta hacer las