Un sabado guisando
Domingo, todos dormidos y la tele toda para mí. ¡Qué maravilla! Voy a saborearlo con tranquilidad este especial momento, voy a darme ese gustito de ser la que manda esta noche en mi salón, porque me he ganado un poquito de paz… ¡Menudo finde! Este fin de semana quería ser una amita de casa de las de toda la vida, de las que tienen la casa limpia, los niños y el marido en palmitas y encima cocinan de maravilla y se pueden dar el lujo de invitar a gente a comer la comida que preparan con sus propias manos. Este finde me dió por guisar. Queriendo imitar a una amiga a la que admiro mucho y también siguiendo mi propósito de recuperar las personas que apreció y volver a tener vida de propia (no solo la de mis hijos), invité a cenar a unos buenos amigos que hacía mucho que no veía. Quería que vinieran a casa y se sintieran muy a gusto y sobre todo les quería hacer una cena estupenda. El problema, es que soy una cocinera, como diría...:¡Algo nerviosa! No es que sea mala guisando,