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Mostrando entradas de junio, 2013

Soñando en el metro

Otra vez de nuevo esperando en el andén a que llegue el metro. Llegó el tan esperado calor, y estamos tan felices, o al menos yo lo estoy salvo el ratito de metro; sobre todo cuando te toca el hueco debajo de la axila cantarina de un tipo algo barrigón y sudoroso…¡puag! ¡Prefiero el frío!¡ prefiero el frío! - grito en mi cerebro, mientras me trago el aroma embriagador de mi compañero de viaje. Al menos las ocho capas de jerseys y el abrigo te salva del impúdico y asqueroso contacto sudoroso y maloliente del metro. Y es que a veces… ¡qué mal huelen los vagones! Entras y te pega una bofetada de olores varios inverosímiles que me impulsan a salir corriendo o a desmayarme. Pero como llego tarde y una es muy práctica, pues con concentración mental logro recomponerme, e intentando aguantar lo máximo la respiración, resisto como una heroína en el vagón hasta que llega mi parada. Eso es lo que nos toca a la empobrecida y casi desaparecida clase media; taparnos la nariz y aguantar el tufill

Estoy fuera

-Eh, compi, ¿Un café? Son las 11:00 la tripa me ruge, es nuestra rutina, a esta hora hay que tomarse un café y zamparse un par de barritas de tomate. Estos desayunos nos saben a despedida, nos vamos de nuestro querido Jordán, nos reubican a todos del centro a una zona industrial.   Esta vez nos vamos los dos,  mi compi y yo, y me llevo pegada a las suelas  la sensación de final de una etapa , a la entrañable placita de Olavide donde tan buenos ratos hemos pasado.   Allí hemos celebrado llegadas, despedidas, navidades, san continúos… Cualquier acontecimiento siempre fue una escusa perfecta para terminar después del trabajo en Olavide tomando unas cervecitas. Nos pedimos el desayuno, pero hoy está mi compi muy serio, ¿será por la mudanza? Me tomo mi cafe con sacarina, por fin comencé la dieta y le arreo un bocado a mi barrita, eso si con poco aceite. Mi compi mira triste su tostada sin animarse a atacarla y me dice: -Estoy fuera- Me dice arrastrando las palabras -¿Cómo? ¿Fuera

Fregando a las doce

Martes a las doce de la noche, y aquí estoy “como una guilipollas, madre…”, dirían en su canción Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez, fregando como una gilipollas la cocina con lejía.   No podía dejar el jodido suelo lleno de porquería, ¿Pero a quién le importa tanto el jodido suelo para que yo ande con la fregona dale que te pego en lugar de roncar en la cama? Pues en realidad solo a mí. Esto es lo triste, no lo puedo evitar soy una histérica. A los demás lo mismo les da que haya manchurrones en el suelo y que se te peguen las suelas de los zapatos al andar. ¡Pero a mí el jodido suelo no me deja dormir! Broche de oro para un Martes cansado, cansado. De nuevo he comenzado la semana   matándome para conciliar todas mis vidas, y por supuesto he perdido la cabeza en el intento. Empecé mal el Lunes arrastrando por los metros de Madrid el cansancio del   fin de semana intenso en el campeonato del niño, había disfrutado como madre del jugador y no me había perdido ni una, porqu