47.- La boda en Almería.
Una de la mañana de la última noche en el hotel. Estoy en el
balcón viendo las luces en la piscina, escuchando las olas, mirando las
ventanas de las otras casitas en miniatura que forman el hotel de estilo
pueblecito encalado andaluz. Y yo voy despidiéndome tristemente de la cálida
noche en Almería. ¡Qué pena! Qué rápido pasa lo bueno, pienso en esta frase que me ha repetido apenado mi suegro un montón de
veces hoy día en que se volvía para los Madriles.
Ha pasado esta semana en un suspiro, pero cómo la hemos
disfrutado.El reencuentro de la gran familia, la boda, y luego compartir el hotel con los abuelos. ¡Que buenas son
las vacaciones en un hotel! La emoción profunda y secreta que siento al llegar a la habitación y
tener las camas hechas, todo limpio y
ordenado. ¡Qué paz no pensar en desayunos y comidas! ¡Qué relax tirarse en la
hamaca en la piscina a dejar pasar la tarde! Que gozada estar juntos pero no
revueltos, compartir buenos ratos y al final cada uno para su cuarto con su
cosas, manías y rarezas.
Empezamos las vacaciones con la boda, una boda playera y
andaluza. ¿Qué más se puede pedir? Pues disfrutarla en compañía de la gente que
aprecias y has llegado a querer. Porque esta boda es del lado de mi marido,
pero son tantos los años, que ya uno de compartir momentos como este de alegría
profunda, y otros que mejor olvidamos, te van calando en el corazón y cuando te
reencuentras con sus críos y sus familias crecidas con nuevos adquisiciones, lo
que sientes es una sincera alegría, sobre todo si lo vives en fiesta, guasa y
juerga. Porque eso que no falte, estamos
en Andalucía y se nota, y estamos a pie de mar y eso también se nota.
Vivimos la boda entre gritos, enfados, carcajadas, confusiones, riñas de niños y sobre todo mucho jarana y jalero, pero sobre todo cariño. Porque éstos que casan a la niña son
muchos hermanos y es un follón hasta que todos, con los hijos, las mujeres, los tantos nietos nos ponemos de acuerdo,
aunque solo sea en qué comer o dónde tomarnos juntos el aperitivo.
Por ahí andan los primos poniéndose al día, contándose como van las cosas con los curros, los amoríos, los dineros y los sueños. Por allá las nueras, tratando de no desentonar en la familia y ganarse un poquito de sitio entre tanto gentío, por ese lado los críos, corriendo, gritando, llorando para hacerse notar porque sus padres andan muy ocupados con lo suyo. Por acá las nuevas adquisiciones entre divertidos y asustados por lo que se les viene encima, porque está es una familia de esas que cuando te casas con uno de ellos, te casa con todos los demás. Por allá las abuelas que ya saben mucho de cómo van las cosas, y se lo toman con calma, resignación y bastante humor. A estas alturas ya han vivido muchas de estas y pocas cosas les van a sorprender.
Por ahí andan los primos poniéndose al día, contándose como van las cosas con los curros, los amoríos, los dineros y los sueños. Por allá las nueras, tratando de no desentonar en la familia y ganarse un poquito de sitio entre tanto gentío, por ese lado los críos, corriendo, gritando, llorando para hacerse notar porque sus padres andan muy ocupados con lo suyo. Por acá las nuevas adquisiciones entre divertidos y asustados por lo que se les viene encima, porque está es una familia de esas que cuando te casas con uno de ellos, te casa con todos los demás. Por allá las abuelas que ya saben mucho de cómo van las cosas, y se lo toman con calma, resignación y bastante humor. A estas alturas ya han vivido muchas de estas y pocas cosas les van a sorprender.
Un hermano corta, otro pincha, el mayor hace, el
siguiente deshace, el uno opina, el otro no está de acuerdo, éste se enfada y el último se ríe. Así
pasamos el tiempo, intentando organizarnos el montón que somos, casi nunca de acuerdo pero todos felices de estar juntos, hasta que llega
el momento de la boda. Compartiendo, viviendo, sintiendo, poniéndonos al día, recuperando
el tiempo perdido...
Por fin es la mañana radiante de la boda, nos hemos emperifollado
con nuestras mejores galas, ellos con sus camisas de algodón para combatir los
calores de Almería, trajes con la raya bien planchada, corbatas y pajaritas de
colores veraniegos, algún que otro tirante anglosajón y un pañuelo marcando
mucho estilo, bien cuadrado en el
bolsillo de la chaqueta.
Ellas peinadas a la última moda más variopinta; tirabuzones, melenas, cortes atrevidos, diademas
de colores, tocados de plumas, espigas y algún que otro floripondio. Se ven
trajes de seda, tul, organza y alguno que otro del HM que da el pego. Eso sí,
todo llevado con mucha presencia y estilo y como no, calzadas con taconazos rompepies,
que a mí me matan y he calculado que podré soportar unos veinte minutos.
Esperamos, la novia cumpliendo con las buenas costumbres se
hace de rogar, los niños se impacientan,
y las de los tacones nos morimos del dolor de píes. La brisa del mar nos salva del sofocante calor andaluz del mes de Julio. Se casan en el ayuntamiento de Roquetas que es un precioso castillo al
pie del mar, pero con un adoquín asesino de tacones de aguja.
Por fin ya están los novios juntos, ella guapísima con un
vestido ceñido de sirena con cierto estilo a charlestón y él muy elegante con
bastón y sombrero; un guiño a otro tiempo, una pareja que encanta a los chiquillos que les
siguen risueños, haciendo piruetas y dando grititos de felicidad hasta donde los van a casar. Emoción en la ceremonia, hablan los hermanos, lloran las madres, enviadian las solteras y recuerdan las casadas.
Tras el casamiento nos volvemos todos al hotel donde se
celebra el banquete, tomamos asiento en la mesa y llegan los platos regados con
vino blanco, tinto, espumoso y se nos sube la alegría a la cabeza. ¡Vivan los
novios! Gritan unos. ¡Vivan los novios! responden otros. ¡Qué se besen! ¡Qué se
besen! Celebramos todos encantados que se amplía nuestra ya gran familia. Llegan los postren y los licores acompañados
por sevillanas, volantes y lunares; ¡Empieza la fiesta! Niños revoltosos y mayores achispados por los alcoholes bailamos
hasta agotar el día y comenzar la noche, juntos y felices sintiéndonos una
familia unida y querida apuramos la cálida noche andaluza repleta de lucecillas
y mecidos por las olas.
¡Vivan los novios!
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